sábado, 25 de junio de 2011

EL CICLO ESLOVENO POR CRISTINA LOZA

 La escritora cordobesa Cristina Loza, que recientemente ha publicado su novela El Oso de Karantania, deja su apreciación sobre el "Encuentro con el Cine Esloveno":


Cristina Loza
Jueves por la noche. Cineclub.  Afuera, el frío de un invierno decidido a morder, gente que se apura, abrigos, sonrisas, los vidrios empañados de la puerta, y una especie de celebración contenida, como si todos supiéramos un secreto, como si nos fuera a ser revelado.
El alborozo de los jóvenes, al ver que el hall se iba poblando, la alegría de quienes sueñan, y proyectan, y llevan a cabo.
Ciclo de cine Esloveno en Córdoba. Película inaugural, De fosa en fosa. Od groba do groba.
En la oscuridad de la sala, dejé que los colores, los rostros de los personajes, y una espectacular manera de mostrar la intimidad de los pequeños detalles, de las sencillas cosas, la vida en un pequeño pueblo esloveno, me invadiera con un desgranar de vidas, contadas a partir de hechos, silencios, sonidos amigables y conocidos, las chicharras, el viento, la música, y todo el espíritu de Los Balcanes, la risa hermana indisoluble del  llanto, y ese personaje entrañable, el protagonista, cuyo trabajo es despedir a los muertos con unas palabras.
Quizás porque mi vida y mi trabajo gira alrededor de la escritura, o porque tengo muy cerca todavía los personajes de mi último libro, ambientado en Eslovenia, es que me bebí la película, la olí, la dejé que se metiera por mis poros, lo nuevo y lo viejo de ese país, el amor, la amistad, y ese delirio de inventar palabras, una manera de ver la vida mientras los cajones bajan a la fosa.
Nos reímos, contuvimos el aliento, la brutalidad, pegada a la ternura, una película que como una cachetada, nos demuestra que ese pueblo lleva en sus genes, esa mezcla  genuina,  del drama y la comedia, vividos con la misma intensidad, las paladas de tierra sobre la madera, el sonido liviano de las flores al caer, el acordeón, las banderas ondeando al viento, el amor por la libertad.
La vida, renaciendo siempre. Como ese pueblo. La huerta al lado del cementerio.