El cine nacional esloveno puede ser considerado como un reducto de resistencia frente a los grandes estudios y frente a las mismas co-producciones cinematográficas de la Unión Europea. El cine esloveno tiene aún algo interesante para mostrar. Es que quizás no deba pensarse el cine esloveno como desagregado de la historia de la nación: Eslovenia siempre ha resistido las influencias foráneas; prueba de ello son su idioma y su cultura. Es así que el cine esloveno siempre tuvo una impronta única y distintiva.
A partir de 1945 y siendo parte de Yugoslavia, el cine esloveno produce importantes largometrajes como Valle de Paz (Dolina Miru) y En Nuestra Propia Tierra (Na Svoji Zemlji) de France Štiglic, ambos distinguidos en Cannes; Bailando Bajo La Lluvia (Ples V Dežju) (Boštjan Hladnik, 1961), considerado el mejor largometraje de la historia del cine esloveno; Flores en Otoño (Cvetje v jeseni) (Matjaž Klopčič, 1973), y La Balsa de La Medusa (Karpo Godina, 1980). Si bien estas obras buscaron reflejar la especificidad de la vida eslovena, fueron desacreditadas por las audiencias extranjeras al verlas como meras producciones que respondían a las restricciones de la industria cultural Yugoslava de posguerra.
Od groba do groba (Jan Cvitkovič, 2005) |
Tras la llegada de la Independencia en 1991 se traza un nuevo rumbo en la historia del cine esloveno. El éxito y el reconocimiento obtenido por las producciones de Jan Cvitkovič (Kruh in Mleko, Od groba do groba), Damjan Kozole (Rezervni deli, Delo osvobaja), Janez Burger (V leru, Ruševine) e Igor Šterk (Ekspres Ekspres, Uglasevanje) dan cuenta de un absoluto renacimiento del cinema de autor en esta joven república.
La nueva ola del cine esloveno no fue sólo impulsada por la añorada independencia sino que coincidió también con la creación de la Slovenian Film Fund (Filmski Sklad) en 1994, institución dedicada a la promoción del cine esloveno. Es así que, en sus primeros diez años de existencia la SFF financió la producción y distribución de 40 películas.